Se utilizaba una nueva técnica pedagógica por la cual los alumnos más avanzados enseñaban a sus compañeros.
Un solo maestro podía enseñar de 200 hasta 10000 alumnos, con los que bajaba el costo de la educación.
Los alumnos eran divididos en pequeños grupos de 10; cada grupo recibía la
instrucción de un monitor o instructor, que era un niño de más edad, y más capacidad, previamente preparado por el director de la escuela.
Las asignaturas que se impartían eran: escritura, lectura, aritmética y además se les enseñaba doctrina Cristiana.
Desde la entrada del niño a la escuela hasta su salida por la tarde, sus actividades estaban controladas por una serie de requisitos, ordenes, premios y castigos.
En las escuelas era común que las ventanas estuvieran rotas y tapadas con bastidores de madera.
Algunas escuelas tenían baño, que consistía de un cajón, pero la mayor parte optaba por dejar a los niños salir a la calle provocando quejas de las autoridades municipales.
En las paredes había un Santo Cristo de madera y alrededor del cuarto se suspendían grandes carteles para la enseñanza de la lectura y la aritmética.
Un día común en una escuela Lancasteriana era de 6 o 7 horas de clase, con un descanso de dos horas al medio día para comer en casa.
Al entrar a la escuela en la mañana, el niño se formaba en línea con sus compañeros de clase para la inspección de: cara, manos y uñas, su ropa debía estar limpia, sus zapatos o pies sin lodo.
Un día común en una escuela Lancasteriana era de 6 o 7 horas de clase, con un descanso de dos horas al medio día para comer en casa.
Al entrar a la escuela en la mañana, el niño se formaba en línea con sus compañeros de clase para la inspección de: cara, manos y uñas, su ropa debía estar limpia, sus zapatos o pies sin lodo.
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